Jesús Sánchez
No conviene engañarse ante el oropel de un marcador resultón -24 puntos arriba- en el primer amistoso de la selección ante Francia. Los gallos no fueron de pelea. Es necesario poner el contador a cero, pensar que sólo fue un amistoso en casa con árbitros nativos -pitaron bien-, que el rival no tuvo mala idea, que la alta competición no será así, que nunca habrá rotaciones de 15 jugadores... Tomarse el trago como lo que fue, un gran experimento que supo bien.
Nada interesa más a Sergio Scariolo que probar y probar. Ya puso públicamente en un plano secundario la palabra victoria durante la gira, algo que ningún seleccionador anterior había hecho. Desde ese punto de vista, su idea básica era conseguir que Pau y Marc Gasol jugasen juntos. Es su apuesta. Conseguir algo que no ha hecho ningún entrenador con continuidad satisface su ego, considera que es muy necesario para el equipo en su versión 2011 y conociendo un poco la mentalidad del hermano mayor, ha tocado la tecla adecuada: sabe que nada motiva más al catalán que un reto deportivo, táctico, de cualquier índole. Que le pica ser mejor. Parece pedirle que sea Pau y Garbajosa a la vez.
Antes del partido en Almería, Pau sólo tiró a canasta desde más allá del 6,75. Lo hizo al mismo tiempo que Navarro, 'totem' de la distancia, y de cualquier distancia. Aguantó el tipo. El ala-pívot de los Lakers, sin tener la puntería de Garbajosa, nunca ha tirado mal desde allí, aunque lo ha dejado de hacer en la NBA y le falta costumbre, naturalidad. Que sea una amenaza desde más allá del arco es básico para esta selección según el concepto de Scariolo.
El desafío motiva mucho a Pau, que metió los dos primeros triples que intentó. Le salieron las cosas y se limpió la mente. Se recordó como siempre había sido y le puso un paréntesis a su penosa actuación ante los Mavericks. Le gusta el plan. "Me gusta ser versátil y poder atacar desde diferentes posiciones. Encontrarme cómodo tanto dentro como fuera que es lo que ha caracterizado mi juego durante muchos años y espero que siga caracterizándolo".
Si funciona Pau, que puede tener problemas en defensa ante oponentes más rápidos y más bajos, también lo hará Marc, mucho más maduro que en el último verano, sin tantas interferencias ni cortocircuitos. Por la pareja de hermanos pasa el éxito de la selección.
Bendición Ibaka. Pero no sólo por allí ni por la extraordinaria convocatoria. Introducir a Ibaka en la dinámica de un equipo que ha jugado siete u ocho años de la misma manera también es uno de los propósitos de la pretemporada. Su llegada es una bendición para la defensa, un aporte considerable de dureza y consistencia que se echó en falta en Turquía. Todo lo que produzca en ataque, bienvenido sea. Scariolo está encantado con él. El grupo también porque es fácil integrarse allí si eres una persona normal y humilde como Serge. No hay dudas con los indiscutibles. El compromiso sigue inalterable. El buen rollo también. "Esto se parece a un equipo", dijo Navarro, cuya superioridad insulta.
Los descartes. Scariolo no va a decidirse este sábado ni el lunes ni posiblemente hasta los partidos finales de la gira. Posiblemente alguno de los descartados se merezca seguir. Posiblemente todo esté decidido ya y quizá éste sea más un debate para la prensa y aficionados que algo que se trate en el propio corazón de la selección. Lo digo porque Suárez era fijo cuando llegó. Es la duda entre la intensidad de Sada, que comente pocos errores y que supone un colchón de seguridad ante un percance de Calderón o Ricky frente a la necesidad del equipo de tener un tres alto, llamese Suárez. Rudy, que no es muy feliz jugando de alero alto, y San Emeterio no lo son. Llull es indiscutible a ojos de Scariolo. Tanto como Claver como quinto pívot. Los próximos partidos despejarán pistas. Nadie quedará indiferente tras la decisión de Sergio. Como toda la vida, vamos.
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